En algunas horas finalizará Jánuca, que este año estuvo obviamente atravesada por la guerra en Gaza y una ola mundial de antisemitismo que muchos especialistas señalan como la más virulenta desde el Holocausto. La lucha macabea por la sobería nacional quedó más asociada que nunca a la idea sionista de un pueblo judío autodeterminado viviendo en su tierra ancestral, y probablemente haya sido la edición de esta celebración con más eventos y cantidad de participantes en años o incluso décadas.
Para quien no asiste regularmente a la sinagoga, el calendario judío entra ahora en una especie de pausa (debo decir necesaria para que líderes religiosos y profesionales podamos planificar con cierta anticipación los próximos meses) hasta Purim, a fines de marzo. Especialmente en Sudamérica, este impasse de unos meses coincide con las vacaciones de verano, que suelen privar a más de una sinagoga de poder tener minián.
Una de las preguntas más recurrentes en relación al pueblo judío es acerca de las razones de su supervivencia durante casi dos milenios de un exilio que incluyó persecuciones, expulsiones y matanzas, y muy pocos pueblos han podido sobrellevar. De modo general encontramos dos grandes explicaciones a esta anomalía histórica: una reactiva y una proactiva.
La explicación reactiva es que el rechazo que durante siglos la sociedad circundante expresó hacia los judíos no sólo eliminó cualquier posibilidad de asimilación, sino que justamente fortaleció la identidad aún más. Esta idea está expresada en la popular (aunque no ritualmente precisa) explicación de que en los alimentos del Seder de Pésaj incluimos un huevo cocido porque así como mientras más caliente el agua en el que éste está sumergido más se endurece, a los judíos lo único que nos genera las presiones externas es más cohesión y compromiso. Esta explicación es problemática porque deposita la continuidad del judaísmo nada menos que en sus enemigos, paradoja no sólo incómoda sino fatalista: nuestro destino estará marcado por la cantidad e intensidad de los ataques antisemitas que recibamos.
Pero hay otra explicación que invierte la secuencia causa - consecuencia, ofreciendo una visión proactiva y autónoma. Según esta segunda visión, ha sido justamente el compromiso judío a mantener sus tradiciones y valores lo que ha evitado su asimilación y generado rechazo por parte de quienes no aceptan la posibilidad de un colectivo cultural y religiosamente diverso. Desde este punto de vista, el antisemitismo es el “daño colateral” que pagamos los judíos por empeñarnos en seguir siendo un pueblo.
El debate entre los defensores de la explicación reactiva / realista / fatalista y los de la proactiva / idealista / vitalista probablemente nunca tenga solución definitiva, pero los meses que se avecinan podrán brindarnos una respuesta al menos provisoria. La campaña militar en Gaza bien finalizará pronto, o bien (D’s no permita) pasará a una etapa crónica en la que los progresos serán lentos y esporádicos. Y a riesgo de pecar de optimismo, intuyo que “Free Palestine” será reemplazada por una nueva causa en la agenda del progresismo pseudo intelectual o simplemente el mundo tomará conciencia de quién es la verdadera amenaza para Occidente. A esto tenemos que sumarle un calendario judío prácticamente vacío de festividades y conmemoraciones, que en el hemisferio Sur coincidirá con una parte relativamente importante de la comunidad vacacionando en diversos rincones del globo.
¿Concurriremos a la sinagoga aunque esto implique salir antes de la pileta o la playa?
¿Continuaremos expresando nuestro orgullo judío en redes sociales cuando la agenda mediática pase por otro lado?
¿Seguiremos contribuyendo económicamente con la causa judía y sionista incluso cuando no nos sintamos tan amenazados como ahora?
¿O por el contrario entraremos nuevamente en modo “hibernación” hasta que nuestras alarmas emocionales se activen lo suficiente como para volver a dedicar tiempo, atención y dinero a la vida judía?
Desconozco cuál sea el secreto de nuestra supervivencia. Sea cual sea la razón de nuestro obstinado empecinamiento por seguir existiendo, durante esta “temporada baja” de vida comunitaria que está iniciando mantengamos nuestro compromiso con el pueblo judío y su cultura.
Shabat Shalom!
Nebujim es un newsletter gratuito e independiente, y su objetivo es contribuir al fortalecimiento de la vida judía latinoamericana. Para aportar económicamente a esta meta hacé clik aquí si estás en Argentina y aquí si estás fuera de Argentina.
Jonathan Kohan es Cantor Sinagogal, Profesor de Estudios Judaicos y Lic. en Psicología. Trabaja como profesional independiente en Argentina y los Estados Unidos.